27.9.11

BALANCE DEL PREOLIMPICO


Habiendo pasado dos semanas de la culminación del Preolímpico de Mar del Plata, Ariel Amarillo, DT de Cuba, nos cuenta como se vivió el Torneo desde adentro, como fue la organización y qué dejó en lo deportivo.
Por Ariel Amarillo


La primera sensación que me deja el último preolímpico de basquetbol,  es que estuvimos en presencia de uno de los eventos deportivos más importantes de la década y que nuestro país demostró, una vez más, que es capaz de organizar espectáculos del más alto nivel.
Desde el alojamiento de las delegaciones, pasando por la alimentación, el transporte, y la presentación del polideportivo, todo, estuvo a la altura de las circunstancias.
Tampoco quiero pasar por alto la excelente predisposición de todos aquellos que tenían que ver con la organización y atención de las diferentes delegaciones, como así también la profesionalidad y la cortesía de la prensa en general.

Indudablemente que todo esto fue acompañado por un excelente nivel de juego, donde además de poder ver a los mejores jugadores de América, tuvimos la oportunidad de disfrutar de la categoría de entrenadores como Lamas, Magnano, Callipari, Meléndez y Musselman, quienes impusieron su sello en sus respectivos equipos.

Desde el punto de vista táctico, se volvió a imponer la idea de juego colectivo, donde argentina y Brasil le sacan ventajas al resto.
Dominicana y Puerto Rico ratificaron su condición de candidatos quedándose con dos de las tres plazas disponibles para el repechaje. Además, dejaron en parte, de ser un puñado de excelentes jugadores para transformarse en equipos realmente poderosos capaces de pelear de igual a igual el liderazgo de argentinos y brasileños.

Párrafo aparte merece la actuación de Venezuela,  interpretó muy bien lo que su coach proponía, tuvo malos cierres en los dos primeros juegos que lo privaron de una mejor ubicación final, (no hubiera sido ilógico que los ganara) pero finalmente logro sobreponerse, mantener una identidad como equipo y conseguir su pasaje al repechaje, que era su gran objetivo.

Prevalecieron las defensas individuales, con claros objetivos, surgidos de minuciosos scouting que forzaban al ataque a jugar siempre un plan b y a no desarrollar el objetivo principal de la ofensiva.
Las defensas zonales fueron utilizadas en situaciones específicas y no por grandes intervalos de tiempo.

Ofensivamente la mayoría de los equipos intentaron correr como vía de gol primaria, para luego caer en situaciones de pick and roll (la vedette del momento) o generar situaciones a través de colocar la pelota en el poste medio.
Creo que todos intentaron jugar el pase extra, algunos lo consiguieron con naturalidad, a otros les costó más de la cuenta, pero indudablemente lo saludable es que hayamos visto en la mayoría de los casos priorizar al equipo por encima de las individualidades.

Como decía anteriormente la presencia de jugadores de la talla de Ginóbili, Delfino, Prigioni, Scola, Nocioni, Huertas, Tiago, Horford, García, Arroyo, Barea y Gréivis Vásquez, entre otros,  jerarquizaron aún más a un torneo inolvidable, que tuvo el mejor final: La coronación del mejor equipo argentino de la historia, nuestra increíble Generación Dorada.

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