15.10.10

FUTBOL-CON POCO PARA LOS OJOS





CON POCO PARA LOS OJOS

Donde quedaron los equipos que daban gusto ver, aquellos que superaban las barreras de los colores, encolumnando al hincha detrás, sin distinción de camisetas. Ojala sea solo una pérdida de memoria temporal del fútbol.


Lejos de esperar equipos que hagan historia, que dejen su huella en el largo camino transcurrido por el fútbol argentino, el comienzo del Torneo de Primera División acarreaba una esperanza de buen juego; con la pelota al piso, intentando pensar constantemente en el arco contrario. Esto estaba fundamentado principalmente en que los dos equipos más grandes, River y Boca, mostraban en sus cabezas de grupo a Angel Cappa y Claudio Borghi, dos entrenadores que suelen priorizar el buen fútbol antes que el resultado. Con esto me refiero al convencimiento que ellos inculcan de que es a través del fútbol de los desbordes, de las triangulaciónes, de las paredes, de las proyecciones sorpresivas, lo que lleva al buen rendimiento y a la obtención de buenos resultados. Además aparecían Racing, con una apuesta del mismo estilo y con un gran capital humano para desarrollarlo, al igual que Vélez, con una gran cantidad de jugadores técnicamente buenos, Godoy Cruz queriendo confirmar un estilo, una identidad de juego, Argentinos de Pedro Troglio, el Gimnasia y Esgrima de la Plata de Diego Cocca. Bajo el mando de estos técnicos, generalmente el estilo, a grande rasgos, está garantizado: pensar siempre en el arco de enfrente, intentando recorrer el campo, haciendo algo parecido o acercarse lo más posible a lo que vuelca la España actual en sus presentaciones.

Ya transcurrido la mitad del campeonato, las esperanzas se han desvanecido. Los conjuntos más ordenados, con mayor disciplina táctica, con mejor juego aéreo y con seguridad defensiva (otorgada por estas características además de sus 2 líneas de cuatro hombres) son los que están sobresaliendo. Sin quitarles mérito por lo logrado, está claro que el fútbol argentino sería mucho más vistoso, emocionante, agradable para la vista y hasta educativo si los equipos que salen a la cancha con 4 jugadores ofensivos (lo cual no garantiza nada), con un funcionamiento pensado en el área rival fuesen los protagonistas del torneo.

Sin querer que ningún hincha/simpatizante de Estudiantes de la Plata se sienta ofendido, este líder de torneo no despierta ningún sentimiento de atracción, por ejemplo como lo generaba el Huracán de Angel Cappa. No llama la atención verlo jugar. El orden táctico, el sorprendente despliegue físico, la viveza y rapidez para leer las jugadas aéreas, el manejo de los tiempos dentro de un juego, son características que ayudan a ganar partidos y seguramente hasta torneos. Lo que queda relegado en este caso es el juego como espectáculo, como algo lindo de ver, especialmente para el disfrute de los miles de espectadores. Sin movernos mucho del sur de la Provincia de Buenos Aires, aparece otro equipo de lo más correcto en los últimos 10 años, Banfield. Con similares condiciones y prioridades que Estudiantes, ha sabido construir su historia recientes con logros, con buenos resultados, lo cual no equivale a buen fútbol.

Omitiendo el planteo de la utopía futbolística, la de jugar siempre con la pelota al piso, sin tirar ni un pelotazo y aclarando que mi entendimiento no es tan ingenuo, sé que los que mandan son los resultados y sin ellos no hay proyecto sustentable. Los tiempos mediáticos y financieros son veloces y no dan tregua. Pero esto debe poderse combinar y ser pacientes. Quedó demostrado que cuando estos dos mismos equipos –Estudiantes y Banfield- tenían una apuesta con mayor peso ofensivo, sin cuidar tanto el arco propio y pensando en como lastimar al rival, terminaron jugando: uno con el Barcelona en una de sus mejores expresiones, en una final muy recordada y el otro llegando a instancias en las que nunca había estado en copas internacionales y obteniendo su primer título local.

Está muy de moda decir que hay muchos equipos que están en formación o en períodos de transición. Esperemos que aquellos que nos ilusionaron allá por mitad de año, cuando la herida mundialista aún estaba latente, nos den una muestra que el juego poco a poco recupere su importancia, sacándole terreno al resultado. Que se gane o se pierde, pero que sea agradable ver un partido de fútbol, con más razón en la actualidad, cuando millones de argentinos tienen la posibilidad de observarlo gratuitamente.


AGUSTIN MORETTI

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