8.11.17

Sensaciones de libertad



La violencia se puede ejercer de muchas maneras. Hasta de tal forma que no la reconozcas, que no la veas, no la sientas. Libertad es una palabra tan compleja como amplia y la interpretación que cada uno hace de ella abre enésimas puertas.

Libertad debiera incluir información y de buena calidad. Para poder elegir bien, hay que saber de qué se trata.

El mundo tecnológico y el manejo “inteligente” de las redes nos llevan a la no información cuando nos quieren convencer de lo contrario. Las voces que oímos son siempre las mismas. Los buscadores nos llevan a donde presuponen que queremos ir, y nuestro margen de decisión es cada vez más pequeño. Escuchamos sólo lo que la “red” interpreta que queremos oír.

En ese contexto, el cuentito siempre cierra porque nos alimentamos de las dos vertientes que nos satisfacen: aquellos que expresan con bellas palabras lo que sentimos y aquellos que revelan el pensamiento opuesto con palabras miserables para nuestro criterio. Nos movemos en círculos, ególatras, casi sin darnos cuenta y emulando la quietud, mientras sentimos el ficticio movimiento.

No lo sentimos circular, sino todo lo contrario, considerándonos visionarios y utilizando la información para estar cada día un poco más seguros de nuestra opinión. Quizás revisionemos, hasta con sentido autocrítico, pero no dura más de un rato. Demasiado incómodo. El confort siempre gana y sino hay mecanismos de control para reubicarnos dentro de nuestro círculo.

La emoción guía nuestro criterio pero manifestamos y hasta percibimos que es la razón la que lo hace.

Esos dos componentes hacen que la rueda siga girando y nosotros seamos cada día un poco menos libres, con la agradable sensación opuesta. Somos esclavos de la no información y seres emocionales que se presumen racionales.

Cuando nos traten de hacer sentir el dolor o indignación ajena, el analgésico emocional hará que desprestigiemos el interlocutor de turno que nos lleva a ese incómodo lugar para regresar al mareo sin síntoma alguno. Y mientras tanto, el que maneja la montaña rusa reirá satisfecho de nuestro viaje mientras nos vigila por su web cam.

La única forma de rebelarnos ante el sistema de la no información y de la emoción racional, es llevarnos de manera forzada y atravesando barreras. Es poniéndonos estratégicamente escépticos frente a lo que parece obvio. Es escuchando las voces de los “nadies”. Esos que alguna vez Galeano describió con su pluma.

No se puede transmitir nada sin el deseo del receptor. Las mejores intenciones no bastan. Llevar la comunicación a la avidez de conocimiento es una tarea cada vez más compleja y necesaria.

La educación formal es una de las herramientas para hacerlo, pero debe incluir compromiso, ideas, reflexión, sentido crítico, creatividad. 
El diálogo informal también lo es y pese a que nos han tratado de aislar en aquellos tiempos de violencia institucional, todavía tenemos cierto arraigo, cierto temor, cierto placer de sentir esa verdad acorralada por la inseguridad lógica que genera el encierro.

Las sensaciones son trascendentes. La interpretación de ellas más aún. La complementariedad y la empatía parecen valores perdidos en la sociedad tribal que busca amigos cómplices, novios de probeta e hijos obedientes.

La rebeldía es trascendente para la formación de cualquier ser humano. Tratar de colocarla en el sentido correcto es nuestra tarea y de los que nos quieren, no del que maneja la ruleta.

Los mecanismos de control son cada vez mayores y la sensación de libertad se basa en poder comprar dólares o productos taiwaneses.

La falta de autocrítica, la mala comunicación (hablar cuando nadie quería escuchar, atacar para defenderse),  la desconfianza evidenciada en la falta de delegación de las decisiones importantes y la corrupción fueron las razones de derrota del gobierno anterior.

La persecución judicial o mediática, la sumisión a los primer mundistas, la pérdida de derechos de los vulnerables, la exclusión de las voces críticas, la colocación de la fe por encima de la evaluación de las promesas y objetivos planteados y la corrupción (otra vez), las grandes fallas del actual.

No estamos obligados a elegir entre unos y otros. Mientras más nos obliguen, más emocional será nuestro voto y nuestra opinión. Debemos exigir como sociedad que se nos forme, se nos respete y se nos permita expresar, con el respeto debido. 

¿Podremos empezar a evaluar si se cumplen los objetivos planteados?  Siempre los objetivos deben ser posibles. Si el objetivo está mal puesto, la frustración es inevitable. Si el objetivo propuesto no se logra por lo que se hizo antes, el error está en el diagnóstico y eso es garrafal. Un mal diagnóstico lleva inevitablemente al fracaso.


El deporte argentino y la ciencia nos han demostrado que se puede ser mejores, que no hay límites para nosotros. Tratemos de seguir su ejemplo, no sólo de alabarlos. Somos mejores que esto, pero juntos. Aislados, el único que ríe, es el que maneja la palanca.

1 comentario:

  1. Muy claro y reflexivo en tus expresiones.Totalmente de acuerdo y a seguir luchando por nuestros ideales.

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