Aprender a perder

El reparto de papeles en el basquetbol es simple, uno gana y uno pierde. Uno festeja y el otro se bajonea, a uno lo felicitan y al otro lo consuelan o lo gastan. Dejando de lado la obviedad de que no hay empates, en esto ni siquiera existe la variante liguera del fútbol en la cual uno gana y muchos, a partir del segundo, pierden.

Por Juan Gutiérrez

Las ligas regulares en el básquet sólo sirven para dirimir localías y sensaciones. Cuando de verdad se juegan los porotos, sea Super 8, Copa Sudamericana, Liga de las Américas o Liga Nacional, siempre el final es para un ganador y un perdedor.

A partir de este pequeño prólogo quiero comentarles mi opinión acerca de algo que creo que es importantísimo para poder disfrutar de este hermoso “trabajo” que tenemos algunos privilegiados y que incluso creo que nos ayuda a poder ejecutar mejor nuestro papel.

Hace pocos meses, unos días después de quedar eliminados en cuartos de final de la Liga 2010/11 a manos de Quimsa, uno de mis mejores amigos perdió a su papá a causa de un accidente automovilístico. Yo me enteré de esto hablando por teléfono con mi mamá, que del deporte entiende lo justo pero de la vida entiende muchísimo. Su lección de vida fue: “¿viste que hay cosas mucho peores que perder jugando al básquet?”, haciendo uso de esas preguntas que son mitad pregunta y mitad respuesta. En ese preciso instante toda la tristeza que sentía por perder el trabajo de una temporada en 4 días se esfumó y mi única preocupación era mi amigo y su familia.

Yo sé que la historia es exagerada y no tiene mucho que ver en esto, pero la cuento porque la viví personalmente y porque las palabras de mi mamá no me las voy a olvidar nunca.

Un exitoso entrenador que no para de engordar su palmarés, Sergio Hernández, con quien compartí 6 procesos de Selección Nacional, me dejó, entre tantas otras cosas, una frase que repetía mucho y que ilustra esta columna: “Que nuestro miedo a perder nunca sea mayor a la ilusión que tenemos por ganar”.

El miedo a perder existe, no es ese miedo que te paraliza y no te deja actuar, pero existe. Y cuanto antes se es consciente de que perder es una de las opciones, se juega mejor, más tranquilo, más concentrado. El problema de perder es que el golpe que genera es directamente proporcional a las chances que uno creía tener de ganar. Yo no me voy a poner mal si pierdo contra los Dallas Mavericks, pero sufrí un bajón importante después de aquella caída con Quimsa.

Al comienzo de la 1º fase de la actual Liga Nacional, en Obras Sanitarias perdimos los 2 primeros partidos en condición de local contra Gimnasia Índalo y Boca. Después de la gran Liga Regular que hicimos la temporada pasada, los resultados eran para preocuparse. Sin embargo yo estaba muy tranquilo. Adentro mío tenía la certeza de que íbamos a mejorar. Pura especulación, ¿no? Pero el tiempo me dio la razón. Creí que había aprendido a perder… 

Para resumir y concluir esta entrada del blog. Ya pasaron más de 24 horas desde nuestra última derrota, el torneo Super 8 ya tiene Campeón y no somos nosotros. Desde que sonó la chicharra final ayer en el Polideportivo de Mar del Plata, tengo una tristeza y una rabia que no se me van del cuerpo, ergo, todavía no aprendí a perder…

Saludos para todos y hasta la próxima.
Juan Gutiérrez